A lo largo del día, podemos llegar a tragar más de unas dos mil veces. Pueden parecer demasiadas veces, pero hay que tener en cuenta que este trago o deglución no solo se hace en líquidos (cuando bebemos agua o cuando los más pequeños beben leche), o ante sólidos (las cinco tomas diarias recomendadas), sino que también tragamos inconsciente y continuamente nuestra saliva. Cuando este trago no se produce eficazmente o compromete nuestra seguridad, llamamos a esta dificultad o trastorno de disfagia.
Es frecuente relacionar la disfagia con la población de la tercera edad, pero también es importante saber que puede estar presente en los niños. Cuando hablamos de disfagia infantil, es decir, cuando los niños tienen dificultad para tragar, debemos preguntarnos por los síntomas que se deben observar y qué hacer ante la duda o preocupación.
El acto de tragar va desde que algo entra en la boca hasta que finalmente llega al estómago. Es un proceso complejo en el que intervienen numerosas estructuras y musculaturas como la lengua, el paladar, los dientes, la faringe, el esófago, etc.
Existen diferentes tipos de disfagia. Según el volumen, se puede hablar de la disfagia a líquidos, de la relacionada con los sólidos y de la disfagia mixta. Según la gravedad, se puede diferenciar entre la disfagia leve, la moderada y la severa. Por otro lado, la dificultad para tragar también se puede clasificar según donde se localice el problema dando lugar a la disfagia orofaringia y la esofágica.
Cómo identificar la disfagia en niños
A continuación, te facilitamos los 10 indicadores más importantes a tener en cuenta para identificar si un niño sufre disfagia infantil. Los expertos acostumbran preguntar por estas señales a los padres en la primera visita de valoración de la deglución siendo la respuesta sí o no.
1. Situaciones de atragantamiento o comida enganchada. Sensación de que un alimento, sólido o líquido, se adhiere a la garganta o esófago.
2. Tos durante o después de la comida
3. Infecciones respiratorias frecuentes (por ejemplo, neumonías)
4. Fatiga o cansancio notorio durante la comida. Intentos repetidos para tragar un mismo trozo de comida
5. Sensación de molestia, dolor o incomodidad
6. Voz áspera o húmeda durante o después de la comida
7. Presencia de arcadas durante la alimentación
8. Ingesta muy lenta de alimentos
9. Náuseas o vómitos frecuentes
10. Salida de comida por la nariz
Ante una preocupación y presencia de varios de los indicadores anteriormente comentados, no dude en acudir a su pediatra de confianza. Él, junto con un logopeda especializado, realizará las visitas, estudios de imagen y tratamiento que correspondan para valorar o intervenir en la dificultad de su trago.
¿Cuál es la causa de la disfagia?
Para comprender la disfagia, resulta útil entender primero cómo se produce la deglución.
Deglutir involucra cuatro etapas. Estas etapas están controladas por los nervios que conectan el tracto digestivo con el cerebro:
- Etapa de preparación oral. Los alimentos se mastican y se humedecen con la saliva.
- Etapa oral. La lengua empuja los alimentos y líquidos hacia la parte posterior de la boca hasta la garganta. (Esta fase es voluntaria: las personas controlan la masticación y el comienzo de la deglución).
- Etapa faríngea. Los alimentos ingresan por la faringe (garganta). Una estructura denominada “epiglotis” cierra el paso hacia la tráquea, para que los alimentos no ingresen en los pulmones. A continuación, los músculos de la garganta se relajan y los alimentos y líquidos atraviesan rápidamente la faringe (garganta) hacia el esófago. La epiglotis se abre nuevamente para permitir la respiración. (Esta fase comienza voluntariamente, pero luego se convierte en involuntaria; es decir, no se controla de forma consciente).
- Etapa esofágica. Los líquidos caen por el esófago hacia el estómago parcialmente gracias a la gravedad. Los músculos del esófago empujan los alimentos y líquidos hacia el estómago en un movimiento ondulante conocido como peristalsis. Una banda muscular entre el extremo del esófago y la parte alta del estómago (conocida como esfínter esofágico inferior) se relaja en respuesta a la deglución, lo que permite que los alimentos y líquidos ingresen en el estómago. (Los eventos de esta fase son involuntarios).