La alimentación infantil es un tema que preocupa especialmente a los padres desde que nuestros hijos son bebés. Saber si están comiendo de forma saludable, variada y en cantidades suficientes son algunos de los aspectos que más nos inquietan, y por eso es importante adoptar hábitos que promuevan una correcta alimentación en todas las etapas de su crecimiento.
Pero a menudo es fácil sentirse sobrepasados por la vorágine del día a día y las prisas, e incluso acabar influenciados por la publicidad o el entorno que nos llevan a cometer los siguientes errores en la alimentación de los niños.
1 No prestar la debida atención a los desayunos
El desayuno no es la comida más importante del día, pero es igual de importante que las demás pues aporta entre el 20% y el 25% de la ingesta diaria de energía que el niño necesita a lo largo de su jornada.
Por eso, los padres debemos procurar que nuestros hijos desayunen correctamente, poniendo a su alcance opciones variadas y saludables y dedicando el tiempo necesario para desayunar en calma, facilitando al niño rutinas de transición sosegadas tras despertar.
El ejemplo que a veces les damos no es bueno (meterles prisa para que desayunen rápido, no desayunar con ellos, desayunar de pie con un café en la mano mientras corremos de un lado a otro, echar manos de bollería y cereales en lugar de preparar opciones saludables…); de ahí la importancia de tomar conciencia de ello para mejorar.
2 Condicionar los gustos de los niños
En demasiadas ocasiones caemos en el error de ofrecer a nuestros hijos alimentos que únicamente nos gustan y consumimos nosotros; es decir, condicionamos sus gustos en función de nuestras preferencias.
Es normal que la lista de la compra de una familia sea más o menos similar todas las semanas, y que nos resulte imposible ofrecer a los niños todo tipo de alimentos. Pero si detectamos que en nuestra despensa no hay cabida para ciertos alimentos importantes y saludables simplemente porque a nosotros no nos gusta, no deberíamos privar a nuestros hijos de consumirlos.
3 Premiar con comida no saludable
El alimento nunca debe ser un premio ni un castigo. Es decir, no debemos incentivar con chucherías o chocolate la ingesta de alimentos saludables que al niño le cuesta comer (por ejemplo, pescado o verduras), ni tampoco a la inversa (castigar al niño por algo que ha hecho obligándole a comerse todo el brócoli)
Haciendo esto, el niño asociará inconscientemente que comer determinados alimentos es algo sacrificado, feo y desagradable, y acabará por apartarlo de su dieta. Además, estaremos contribuyendo a aumentar el consumo de azúcar al utilizar las chucherías como recompensa o postre.
4 Obligar a comer
Numerosos estudios han determinado que forzar a los niños a comer es contraproducente, pues no sólo no ayuda a que la alimentación selectiva se reduzca, sino que podría ocasionar el efecto contrario, y provocar un mayor rechazo. Obligar a comer también es engañar, chantajear, manipular, amenazar, distraerles para que abran la boca mientras metemos la cuchara…