Es completamente normal que las mujeres se angustien al recibir un diagnóstico de quistes ováricos después de realizarse una ecografía. Esta preocupación aumenta en el caso de las embarazadas, ya que tienden a pensar que esto puede ser peligroso para la salud del bebé y el correcto desarrollo de su embarazo. Sin embargo, lo cierto es que este tipo de situación ocurre con frecuencia y en la mayoría de casos no ocasiona complicaciones graves.
Los quistes ováricos benignos, originados por el cuerpo lúteo y son de fácil resolución, suelen producirse en las primeras etapas de embarazo, entre las semanas 14 y 16. Después de las 12 semanas puede resultar difícil sentir el quiste, ya que los ovarios y el útero sobresalen de la pelvis.
En los casos en los que no se resuelvan de forma espontánea es posible que produzcan complicaciones como una torsión ovárica, lo que requerirá atención y tratamiento médico específico. La forma correcta de evaluar los quistes en el ovario es mediante un ultrasonido.
Qué tipo de quistes tener una embarazada y cómo afectan al embarazo
Durante el primer trimestre de embarazo, las mujeres desarrollan un tipo de quiste ovárico que se produce de forma natural a partir del cuerpo lúteo y que tras la ovulación se transformará en una imagen quística para cumplir la función de secretar la hormona progesterona.
Esto permite que el revestimiento del útero sea un hogar ideal para que el embrión se alimente y desarrolle adecuadamente hasta que la placenta esté completamente formada y madura. Esta estructura suele desaparecer en el segundo trimestre y durante este tiempo su visualización sería normal.
No obstante, si una mujer experimenta dolor o malestar en el área donde se encuentra el cuerpo lúteo podría comportar algunos problemas para su salud o la del bebé. Estos quistes se reconocen porque provocan dolor moderado a intenso y crecen más de lo habitual hasta 5 centímetros. Este crecimiento puede causar molestias, pinchazos e incluso un poco de sangrado.
No obstante, cabe tener en cuenta que este tipo de quistes no suelen interferir con el desarrollo normal del embarazo ni suponen ninguna amenaza para el bebé, siempre y cuando no crezcan desproporcionalmente o provoquen complicaciones mayores.
Tratamiento del quiste ovárico durante el embarazo
El tratamiento de los quistes ováricos dependerá del tamaño del mismo. Por lo general, si son pequeños bastará con esperar a que desaparezcan solos y realizar una ecografía de control. Sin embargo, lo mejor en estos casos será consultar con tu médico para que te informe qué es lo mejor para tu situación.
Por otro lado, la medicina natural también parece ser una buena alternativa efectiva para los quistes ováricos. Por ello, ante la presencia de algún quiste ovárico se recomienda:
- Beber mucha agua: Esto ayuda a aliviar la presión sobre los ovarios, contribuyendo a que desaparezcan los quistes.
- Aplicar calor en la zona: el calor puede ayudar a reducir las molestias, intente colocar una bolsa de agua caliente sobre la pelvis.
No obstante, cabe destacar que no existe evidencia científica que avale ninguno de estos métodos alternativos y los resultados no serán siempre los esperados.
Cuándo operar un quiste de ovario en el embarazo
Cuando el quiste crece rápidamente puede producir complicaciones como, por ejemplo, la torsión ovárica, que puede causar molestias en el área pélvica, náuseas y vómitos. Asimismo, también puede reducir el flujo sanguíneo, lo que obstruirá el vaso sanguíneo que lo irriga y provocará un dolor más intenso, generalmente intermitente.
Los quistes ováricos están bajo la influencia de las hormonas maternas, por lo tanto, es probable que aumenten de tamaño durante el embarazo y ese crecimiento aumentará el riesgo de complicaciones. A pesar de que la aparición de estas complicaciones no es algo usual, pueden requerir una intervención quirúrgica.
Qué pasa cuando se rompe un quiste en el ovario
Además del dolor intenso, que suele ser un síntoma grave, puede producirse una rotura del quiste, lo que producirá sangrado y aumentará el riesgo de aborto por los movimientos intensos de la pelvis.
Si el quiste ovárico ocasiona problemas, será necesario extirparlo de forma quirúrgica, un proceso que se puede postergar hasta las 14 semanas, a menos que ocurra alguna de las siguientes situaciones:
- El quiste crece.
- Produce mucho dolor.
- Tiene signos radiológicos de cáncer.
En el caso de requerir cirugía, es recomendable realizarla en el segundo trimestre, ya que puede aumentar las posibilidades de sufrir un aborto espontáneo si se realiza en las primeras semanas de embarazo. No obstante, es posible llevarla a cabo en cualquier momento si la situación lo requiere y la embarazada es consciente de los riesgos.