El metabolismo de la embarazada es sabio, funciona de tal manera que no es necesario “comer por dos”. Así lo demuestra un estudio australiano que analizó el aumento de peso, la energía utilizada y la ingesta de alimentos en mujeres embarazadas.
Se aconseja revisar las recomendaciones de alimentación que se dan a las madres gestantes, puesto que el aumento de peso puede traer complicaciones como la diabetes gestacional, la preeclampsia y una mayor predisposición a enfermedades cardíacas en el bebé.
Como sucede a todo nivel, en la embarazadas se producen cambios drásticos en su metabolismo que le permiten extraer más calorías de los alimentos y conservar esa energía adicional sin tener que ingerir más.
De media, las embarazadas analizadas aumentaron una media de 10,8 kilogramos, de los cuales siete era masa grasa que se acumuló principalmente entre el primer y el segundo trimestre.
Aunque la demanda metabólica aumenta alrededor del ocho por ciento en el embarazo, esas reservas extra de energía las autogestiona la embarazada acumulando depósitos de grasa que necesitará para el crecimiento del bebé y durante la lactancia, sin necesidad de aumentar las raciones de alimentos.
¿Cuánto puedo aumentar?
En el primer trimestre no hay necesidad de calorías extra. Es recién a partir del segundo trimestre cuando las necesidades de calorías aumentan, pero muy poco, entre 250 y 300 calorías más por día. Por tanto, esto no justifica excederse con los dulces y alimentos poco saludables. Tampoco es momento de restringir calorías.
El aumento de peso ideal durante el embarazo ronda entre lo 9 y 12 kilos, aunque depende de cada caso concreto el ginecólogo valorará si un menor o mayor aumento de peso están justificados y no suponen riesgos.
Alimentación sana y variada
El 70 por ciento de la dieta de la embarazada debe estar compuesta por cereales, pan y pasta, preferiblemente integrales. Al menos cinco raciones diarias de fruta y verdura. De dos a tres porciones diarias de proteínas y de dos a tres porciones de lácteos desnatados.
Con una dieta equilibrada el organismo recibirá la cantidad de energía que necesita para que el bebé se desarrolle adecuadamente. Lo importante es tomar alimentos ricos en nutrientes y vitaminas como ácido fólico, hierro, calcio y yodo, pero no en grasas. La dieta ha de ser variada a base de verduras, frutas, cereales, lácteos y legumbres, sin olvidar el aporte diario de proteínas de carne y pescado.
Además, ten en cuenta estos consejos para una alimentación sana y equilibrada:
- Aumenta el consumo de frutas y verduras: en el embarazo, hay una mayor necesidad de nutrientes y vitaminas, por tanto las frutas, verduras y hortalizas son los alimentos más adecuados para cubrirla, a la vez que aportan fibra, líquidos y contribuyen a prevenir molestias.
- Haz varias comidas al día: la digestión en el embarazo es más lenta, lo cual da sensación de pesadez. Por eso, para evitarlo, en lugar de hacer comidas copiosas, lo más recomendable es comer varias veces al día poca cantidad.
- Mantente bien hidratada
- Cuida la seguridad de los alimentos
- Cero alcohol, reduce la cafeína y los alimentos procesados.
- Cuida la forma de cocinar los alimentos: mejor a la plancha, al horno o al vapor.
- Evita demasiada sal, exceso de azúcar y los platos muy condimentados.
El embarazo normal representa una gran cantidad de cambios físicos y psicológicos para la mujer, todos estos cambios están enfocados en ajustarse y adaptarse a las exigencias que el desarrollo de un nuevo ser humano en el interior del cuerpo de la madre representa, dichos cambios ocurren de manera gradual, pero continua, a lo largo de todo el embarazo y desde luego están influenciados por múltiples factores como la edad de la mujer, los embarazos previos, su estado físico, nutricional, etc. Los cambios que se experimentan van desde cambios metabólicos y bioquímicos que pueden no ser evidentes, hasta cambios anatómicos macroscópicos evidentes, e incluso cambios conductuales y emocionales. Todos estos cambios suponen una exigencia aumentada (estrés) para la fisiología normal del cuerpo de la mujer, y si estos cambios se combinan con enfermedades previas o una condición predisponente, esto puede traducirse en distintos estados patológicos durante el embarazo como preeclampsia, diabetes gestacional, insuficiencia cardiaca, etcétera.