La llegada de un bebé a la familia supone toda una revolución, y muy especialmente en el caso de que ese hijo no sea el primero. Y es que a pesar de contar con experiencia en lo que a cuidados y crianza se refiere, tener un segundo hijo (o tercero, o cuarto…) conlleva el manejo de una circunstancia nueva y delicada: la relación entre los hermanos.
Es lógico y natural que los niños sientan celos ante la llegada de un nuevo hermanito. Al fin y al cabo, la estructura familiar tal y como el niño la conocía se modifica, y ese nuevo bebé parece querer adueñarse en exclusiva del tiempo de mamá y papá.
Esa reacción de celos, frustración y enfado que siente el niño mayor se le conoce como “síndrome del príncipe destronado”. Te explicamos cómo identificar esta situación y qué puedes hacer para ayudar a tu hijo.
Por qué aparece el síndrome del príncipe destronado
Los celos ante la llegada de un hermanito son completamente normales y surgen como respuesta al proceso de adaptación que el niño debe hacer ante la nueva situación.
En esa reestructuración familiar que se produce tras la llegada del bebé, el niño empieza a darse cuenta de que ya no es el “rey” ni el centro de atención exclusiva de sus padres. Ahora hay un nuevo bebé con el que debe compartir atenciones, tiempo y amor de papá y mamá. Y lógicamente, eso duele y asusta a partes iguales.
El temor a sentirse desplazados o menos queridos por los padres hace que los niños vivan esta adaptación como un acontecimiento realmente estresante. Por eso es tan importante que los padres sepamos manejar la situación de forma positiva y respetuosa para que estos celos no se cronifiquen y la relación entre los hermanos sea buena.