Si bien la rosácea no es una de las manifestaciones más comunes de la piel durante el embarazo, suele presentarse en algunas ocasiones. Por esto, también se aconseja mantener las rutinas de cuidado de la piel en este período. De hecho, cualquier patología de la piel puede agravarse o manifestarse como primera vez durante el período de gestación.
¿Qué es y por qué se origina la rosácea?
La rosácea es una patología inflamatoria crónica usual que se presenta con diferentes lesiones en la superficie cutánea del rostro. Si bien suele limitarse a la piel, también existen manifestaciones oculares de la enfermedad.
La rosácea que se desarrolla en el embarazo es una condición momentánea que tiende a desaparecer luego del nacimiento del bebé, cuando las hormonas comienzan a estabilizar sus niveles.
No se conoce la causa exacta del desarrollo de la rosácea durante la gestación. No obstante, al ser una condición temporal del embarazo, se la asocia fuertemente con los cambios hormonales de esa etapa.
Incluso, entre los microorganismos, los ácaros demodex parecen estar involucrados en el desarrollo de la rosácea, ya que se evidencia una mayor cantidad en la piel afectada.
Manifestaciones clínicas de la rosácea en el embarazo
Se presenta con eritema, telangiectasias, enrojecimiento recurrente, pápulas o pústulas en la nariz, las mejillas, el mentón y la frente. Es decir, las manifestaciones de la rosácea en el embarazo suelen no diferenciarse en nada de las manifestaciones que surgen en otros momentos de la vida.
Los síntomas de la rosácea aparecen y desaparecen, como brotes y remisiones, acompañados con enrojecimiento facial persistente o transitorio. La parte central del rostro es la zona más afectada con escozor, ardor y diminutos vasos sanguíneos visibles, denominados telangiectasias.
Si bien algunas lesiones de la rosácea, como las pápulas y las pústulas, pueden parecerse al acné, en general, no se observan comedones abiertos (puntos negros) en ella.
La patología se clasifica en 4 subtipos de acuerdo a las manifestaciones clínicas que se presentan: eritematotelangiectásica, papulopustulosa, fimatosa y ocular. Veamos cada caso.
Rosácea eritematotelangiectásica
La rosácea eritematotelangiectásica se caracteriza por enrojecimiento persistente y rubefacción de la región central del rostro. Incluso, puede presentar vasos sanguíneos visibles y lesiones propias de la rosácea papulopustular. Este tipo de piel suele ser muy sensible, con sensación de prurito y quemazón.
Rosácea papulopustulosa
Las lesiones características de este subtipo, las pápulas y /o pústulas, pueden ocurrir junto con el eritema facial transitorio o persistente. Esta variante suele confundirse con cuadros de acné localizados en la cara. Si bien no existe una cura definitiva para la rosácea, se puede lograr controlar la enfermedad por medio del tratamiento adecuado.
Rosácea fimatosa (rinofima)
La rosácea fimatosa no es una de las manifestaciones más habituales en las embarazadas. Se caracteriza por marcados engrosamientos de la piel y nódulos irregulares en la superficie de la piel de la nariz. A su vez, se evidencia un incremento del volumen de las glándulas sebáceas y fibrosis.
Rosácea ocular
La rosácea ocular varía desde sensación de cuerpo extraña, irritación leve, visión borrosa y sequedad, hasta queratitis inflamatoria y alteración grave de la superficie ocular. La patología que amenaza la vista es rara con la rosácea. Las manifestaciones oculares de esta patología pueden aparecer antes que las cutáneas.
Opciones terapéuticas de la rosácea en el embarazo
La rosácea se basa en un diagnóstico clínico y no suele requerir biopsia. Luego, el primer paso terapéutico es aconsejar a la embarazada que identifique y evite los factores desencadenantes.
Tratamientos tópicos
Las cremas de aplicación tópica contienen antibióticos para disminuir el riesgo de infección. Incluso, pueden contener principios activos con efecto calmante y antiinflamatorio.
Cuando la rosácea se presenta durante el embarazo, lo ideal es acudir al dermatólogo para iniciar el tratamiento adecuado y evitar los medicamentos orales. Esto último es muy importante, ya que algunos fármacos no son apropiados durante la lactancia o el embarazo. De hecho, los corticoides sistémicos pueden ser requeridos, pero tienen la capacidad de provocar un retraso del crecimiento intrauterino, hipertensión o diabetes gestacional.
Uso de aparatología
Se debe consultar al médico obstetra antes de iniciar alguno de los siguientes tratamientos dermatológicos:
- Terapia con luz roja.
- Luz pulsada.
- Terapia con láser.
Terapias naturales
Uno de los factores desencadenantes de los brotes de la rosácea pueden ser los episodios de estrés. Por lo tanto, se recomienda practicar actividades que brinden a la embarazada calma y relajamiento. La meditación, los masajes y el yoga prenatal son muy efectivos para ayudar a aliviar las manifestaciones clínicas de la patología.
La rosácea y el cuidado de la piel como prevención
Lo ideal es mantener una correcta rutina de cuidado de la piel, con el uso de un limpiador suave con pH equilibrado para pieles delicadas y sensibles. Además, la rosácea no es una patología mortal y su pronóstico general es bueno. No obstante, puede conducir a la ansiedad y a la depresión.