Estamos en navidad, época de compartir en familia, de amor, pero sobretodo, de regalos. ¡Es una de las épocas más esperadas por los pequeños! Y cuando pensamos en comprarle un juguete a un niño, lo primero que nos viene a la mente es una pistola, un tanque de guerra, una espada o videojuegos de combate. Si además el pequeño es un aficionado de algún superhéroe, entonces lo más probable es que nos inclinamos por obsequiarle las armas que usa ese personaje para salvar al mundo. Se trata de una decisión casi automática que tomamos, pero, ¿nos damos cuenta de la influencia que pueden ejercer los juguetes bélicos en el desarrollo psicológico de un niño?
Cómo influyen emocionalmente los juguetes bélicos en los niños
Si le regalamos a un niño un juguete bélico es probable que juegue con él y se involucre en auténticas batallas con sus amigos. De hecho, este tipo de juego suele divertir muchísimo a los niños, pero también encierran un enorme riesgo ya que cuando los niños aún son pequeños tienen dificultades para diferenciar entre la fantasía y la realidad, de manera que les costará comprender que los juguetes bélicos son una imitación de lo que sucede en el mundo real. De hecho, es probable que aunque no esté jugando con sus amigos intente ‘dispararte’ alguna vez cuando está enfadado o resuelva las diferencias con su hermano de la misma forma.
Esto también se debe al hecho de que los niños cuando son pequeños no cuentan con suficientes estrategias de resolución de conflictos, de manera que cuando se entretienen con los juguetes bélicos aprenden a resolver sus problemas en el juego de la forma más fácil: recurriendo a la violencia. Obviamente, los juguetes bélicos por sí solos no incitan a la violencia, pero cuando los niños se percatan que al ser agresivos y usar las armas de juguete pueden salir airosos de determinadas situaciones conflictivas, es probable que quieran transpolar esa misma estrategia al mundo real.
Si a esto se le suma el hecho de que el niño puede haber crecido en un entorno que incita a la violencia, en el que no se le ha enseñado a solucionar los conflictos de forma asertiva, ni a desarrollar sus habilidades sociales, entonces los juguetes bélicos pueden convertirse en un reforzador de conductas agresivas, rebeldes y violentas. No obstante, no siempre tiene que ser así, también se le puede enseñar al niño a jugar de forma sana con este tipo de juguetes.
La clave para dejar que el niño se divierta con juguetes bélicos sin afectar su desarrollo psicológico
Los defensores de los juguetes bélicos aseguran que el hecho de regalarle armas, espadas, rifles o videojuegos violentos a un niño no incita por sí mismo a la violencia ya que los comportamientos agresivos infantiles están determinados sobre todo por la educación que se recibe en casa y en el colegio. En otras palabras, regalarle juguetes bélicos a un niño no hará que se convierta en una persona violenta a largo plazo.
Sin embargo, es importante enseñarles a los pequeños a entretenerse con los juguetes bélicos de forma más adecuada, de manera que aprendan a diferenciar entre las armas de juguete y las del mundo real, así como a resolver los conflictos de la vida cotidiana de forma más asertiva sin recurrir a la violencia. Una estrategia muy efectiva para explicarle esta diferencia consiste en conversar sobre el tema, haciéndole notar que estas armas son solo juguetes que puede utilizar para entretenerse y divertirse con los amigos, pero que en la vida real no debe usar estrategias violentas para resolver sus problemas.
También sería conveniente retrasar el primer regalo bélico hasta que el niño tenga la edad suficiente para comprender la diferencia entre la realidad y la fantasía, lo cual ocurre alrededor de los 6 años. En este momento el pequeño también habrá desarrollado algunas habilidades sociales y le resultará más fácil disfrutar de los juegos de combate con los amigos sin extrapolar esa agresividad a la vida real.