Analizar el comportamiento de los niños de hoy es una invitación a revisar comportamiento de los adultos que acompañan la crianza. Claro que no se trata de culpar a nadie, sino de incluir a los progenitores al momento de pensar cómo se conducen las infancias. Pues los pequeños aprenden de lo que les decimos, de cómo nos comportamos y de lo que observan en casa.
El propósito de este artículo es ayudar a los padres a tomar conciencia de la responsabilidad que tienen en la educación de los hijos. Nadie tiene el manual sobre cómo hacerlo “bien”, pero sí es posible aprender, educarse y mejorar sobre la marcha. En la crianza hay poco de improvisación, pues hay que adaptarse a la personalidad de cada niño, pero lo demás, tiene mucho que ver con lo que los mayores desean inculcar.
Veamos algunos de los problemas psicológicos que pueden surgir a partir de errores en la crianza.
Algunos problemas psicológicos generados por errores en la crianza
A continuación, te compartimos algunos de los problemas psicológicos más comunes que pueden derivar de la crianza.
1. Dificultades en la expresión de emociones
Hay muchos adultos que tienen dificultad para conectar con sus emociones y que solo conocen una forma de reaccionar, casi de forma estereotipada. Probablemente, de niños vieron invalidadas sus emociones de alguna manera. “No llores”. “No es para tanto”. “Deja tus tonterías” son frases frecuentes que pueden generar este efecto.
También, puede tratarse de infantes cuyas necesidades no fueron debidamente atendidas, pues no había lugar para sus deseos.
2. Problemas con el comportamiento
Muchas veces estos se originan por la falta de límites en la infancia y por consentir a los niños en todos sus deseos. En ocasiones, esto deriva en comportamientos abusivos con los demás y en conductas narcisistas que no reconocen los derechos de las personas con las que se interactúa.
También, pueden surgir problemas del tipo externalizante, con conductas oposicionistas y disociales, porque los padres son inconsistentes en sus acciones de crianza. A veces están atentos a las necesidades del niño y responden a ellas y otras veces, no las registran e incluso, las rechazan.
3. Inseguridad, baja autoestima
Puede deberse a que los niños fueron descalificados, hechos a menos, en donde no se reforzaron logros y sí se enfatizaron las carencias. También, puede deberse a progenitores hiperexigentes y que comparan de modo constante a sus hijos.
4. Agresividad y violencia
Los adultos agresivos, que humillan y que denigran a otros, fueron también niños violentados. Posiblemente, criados en contextos de maltratos y de gritos, ya sea como protagonistas o como testigos.
5. Adultos que quieren ser niños “para siempre”
Se conoce a esta condición como síndrome Peter Pan y refleja aquellos casos en los que los progenitores se han ocupado de hacer todo por sus hijos. Desde el amor, pero igualmente perjudicial.
Estos niños no ejercitan su autonomía, no aprenden a conocerse y no se sienten útiles. De modo que, al crecer, no son capaces de tomar decisiones ni de hacer mandados por sí mismos, porque quieren esa “vida resuelta” para siempre.
6. Ansiedad
Por supuesto que la presencia de este rasgo se debe a un espectro amplio de situaciones, pero no hay que dejar de mirar la infancia para descifrar el origen.
Entre los principales motivos de la ansiedad encontramos contextos o climas familiares demasiado sobreprotectores. Así, los niños sienten mucha ansiedad y nerviosismo ante situaciones impredecibles o desafiantes. También se genera en el extremo opuesto, en los climas demasiado impredecibles, en los cuales el niño debe estar en alerta constante durante mucho tiempo.
Es importante tener en cuenta que entender el comportamiento de las personas es un proceso complejo y las lecturas lineales o unicausales no son la respuesta. El contexto, la sociedad y sus valores también moldean.
La propuesta desde una crianza positiva
Desde la crianza positiva se busca reconocer a los niños con plenos derechos, para abandonar el autoritarismo, el castigo y el maltrato y crear vínculos fuertes, de escucha y de respeto. No importan que sean “hijos de”, porque ante todo son personas, con sus propios deseos y necesidades y con sus propios ritmos de desarrollo.
Este tipo de crianza busca poner límites de manera respetuosa, entendiendo que si tenemos paciencia y empatía, los niños también podrán replicar esos comportamientos en otros ámbitos. Se trata de reformular la parentalidad, pues resulta decisiva en el desarrollo y en el cuidado de los niños.
También merecemos revisar nuestra crianza
Por supuesto que no se trata de buscar culpables, sino de tomar conciencia que la infancia es un período de gran trascendencia e impacto en la vida de una persona. Es importante entender que los progenitores muchas veces actúan desde sus propias experiencias y del saber con el que cuentan. También, desde las recomendaciones “de moda” o los mandatos de la sociedad.
Es por esto que hoy en día se invita a los adultos a reflexionar sobre su propia crianza, para que puedan decidir qué desean repetir y qué no. Pero, especialmente, para poder entender muchas cosas de ellos mismos y de darse el lugar de descubrir si los acompaña alguna herida y si se dan el espacio necesario para sanarla.