Una detección temprana del autismo en niños proporciona la posibilidad de iniciar un tratamiento lo antes posible y, de esa manera, reducir sus síntomas. Si bien la mayoría de los casos de autismo en los pequeños se detectan hacia los dos años de edad, ya desde antes del primer cumpleaños estos bebés manifiestan señales que hacen posible un diagnóstico. A continuación se explican las claves para una detección precoz del autismo en niños y bebés.
Autismo en niños: detección precoz
Los científicos estiman que más del 80% de los casos de autismo en niños podría diagnosticarse muy pronto, incluso antes del año de edad
La detección temprana es la mejor herramienta para el tratamiento del autismo en niños, ya que cuanto antes se interviene, más se pueden minimizar los síntomas y las consecuencias. Por eso, los esfuerzos de muchos especialistas en este campo apuntan a descubrir señales de este problema con la mayor antelación posible.
Una de las iniciativas más importantes de los últimos años ha sido una propuesta presentada por científicos de la Universidad de California en 2011. Se trata de un cuestionario muy breve (la idea es que se tarde menos de cinco minutos en completarlo), cuyo objetivo consiste en determinar si los bebés de menos de un año de edad presentan conductas que puedan estar relacionadas con la existencia de un trastorno del espectro autista (TEA).
El cuestionario, titulado «Chequeo de comunicación y escala del comportamiento simbólico según el desarrollo del bebé«, incluye preguntas vinculadas con el contacto visual, el reconocimiento de objetos, sonidos, gestos infantiles y otras formas de expresión acordes con esa edad.
Ocho señales del autismo en los bebés
Muchos estudios recogen claves para detectar el autismo en niños. En «La detección precoz del autismo«, un equipo de investigadores españoles recopiló las siguientes señales para bebés de menos de 12 meses de vida:
1. Dificultad para dirigir su mirada en la dirección en que otra persona mira o señala.
2. Ausencia de atención conjunta: no alterna la mirada entre un objeto y el adulto que lo muestra o sostiene.
3. Falta de gestos comunicativos: apenas señala para pedir, no indica para mostrar interés por algo, no dice adiós con la mano, etc.
4. Ausencia del típico balbuceo social-comunicativo que emplean los bebés como si conversaran con un adulto.
5. Falta de sonrisa social y de imitación espontánea.
6. Ausencia de interés en juegos como el cucútras (el adulto se oculta y reaparece ante la mirada del bebé, que estalla en una carcajada) o en juguetes, en general.
7. Ausencia de respuesta cuando se le llama por su nombre.
8. Tono muscular, postura y patrones de movimiento anormales.
Solo en uno de cada 20 casos, el pediatra percibe las señales del autismo antes que los padres
Otros posibles síntomas del autismo infantil aparecen poco después, sobre todo entre los 18 y 24 meses de vida del bebé: ausencia de palabras o frases simples, escaso interés hacia otros niños, falta de expresiones emocionales acompañadas de contacto ocular en situaciones específicas, intereses restringidos, movimientos repetitivos, escasa o nula exploración visual del entorno o tendencia a fijar la vista en ciertos estímulos u objetos, entre otros.
La importancia de la observación de los padres
En el cuarto semestre de vida, la mayoría de los casos de autismo se manifiestan con mucha más claridad. Sin embargo, «el 30% de los padres reconocen signos que les llevan a preocuparse antes de que el pequeño tenga un año de edad«, explican los expertos. En este sentido, la observación del bebé por parte de los padres y la familia es fundamental.
Los científicos estiman que más del 80% de los niños con autismo podrían diagnosticarse muy pronto, hasta antes del año de edad. Sin embargo, la mayoría de los casos se reconocen cerca de los 30 meses e incluso después.