Lo que para las madres es “mi hijo no habla fuera de casa”, para los médicos es “mutismo selectivo infantil”. Se trata del mismo trastorno y no siempre es fácil de detectar. Se dice que se debe a que el niño es tímido o introvertido, a que le da vergüenza porque no conoce a la gente. La percepción que tienen a menudo las familias es que como en el hogar habla, no es un problema. Y dan por sentado que se le pasará.
El mutismo selectivo suele diagnosticarse cuando el pequeño comienza el jardín de la infancia o la escuela, ya que no responde a las preguntas de las maestras o de otros niños.
Este trastorno afecta en la etapa de los tres a los ocho años. No tiene que ver con las relaciones interpersonales, sino solo con el habla. Esto quiere decir que probablemente juegue con otros niños o preste atención a lo que sucede alrededor. Pero, no emite palabra alguna para expresarse ni para interactuar con los demás.
Suelen ser niños muy curiosos, en extremo inteligentes y bastante sensibles. También algo ansiosos y en muchos casos egoístas con sus juguetes u objetos personales. Si bien no es condición sine qua non, es más probable en hijos únicos que en aquellos con hermanos.
Identificar el mutismo selectivo es muy importante porque de esta manera podemos tratarlo en familia y conseguir cambios lo antes posible. Debemos tener en cuenta que este trastorno de la comunicación puede generar cierto impacto o trauma en el pequeño al no poderse integrar en la escuela o en el parque.
Mi hijo no habla fuera de casa: ¿cómo lo ayudo?
Si sospechas que tu hijo está sufriendo mutismo selectivo, llévale cuanto antes a un especialista. No se sabe mucho aún sobre este trastorno. Sin embargo, por medio de juegos, cuentos, dibujos y otras actividades se puede conseguir que el niño hable fuera de casa.
Desde el punto de vista familiar, es necesario apoyarle en todo momento y no presionarle para que hable con alguien si no quiere. La frustración, la ansiedad y el enojo pueden estar presentes cuando intentamos que diga alguna palabra en un entorno desconocido.
Evita por todos los medios el aislamiento social. Encerrarte en casa con él no lo ayudará a superar el problema. Debes saber hasta qué punto ayudarle a socializar y cuándo estás siendo demasiado insistente. Mas, por nada del mundo, dejes de asistir a fiestas, reuniones o a parques infantiles.
Puedes organizar fiestas o reuniones en casa e invitar compañeros de la escuela, primos, vecinos o hijos de tus amigos. Llévalo a lugares en los que pueda jugar a hablar, a cantar o simplemente a decir palabras sueltas.
También puedes enseñarle a expresarse por medio de dibujos que representen situaciones comunes, como ir al baño, comer una fruta, jugar a la pelota o dormir la siesta.
Otra manera de ayudar a tu hijo para que hable más es comprarle un micrófono o megáfono de juguete y que lo lleve adonde quiera. Quizás ese objeto le dé la confianza para decir algunas palabras.
¿Y qué te parece si inventan alguna canción para usar en esos momentos en que el pequeño no quiere hablar? Por ejemplo, que trate sobre sí mismo, sobre su mascota, sobre su juguete favorito… Y, cuando se sienta presionado por hablar, sugiérele cantar juntos como en casa.
Por último
Premíalo cada vez que el niño hable con alguien que no conoce o que no forma parte de su familia íntima. No es necesario que le compres un juguete costoso, ni siquiera una golosina ni un helado.
Simples palabras de aliento o una enhorabuena oportuna pueden ser suficiente para que tu hijo gane en confianza en sí mismo. Poco importa si se trató solo de una palabra, de su nombre o de algún otro detalle. Dile que lo ha hecho muy bien y que estás orgulloso de él.