hora bruja en bebéCuando llegamos a casa después de la jornada laboral o un mal día estamos cansados, agotados, e incluso sentirnos enfadados e irascibles. Nosotros podemos expresar con palabras nuestros sentimientos. Los bebés no.

Un bebé puede sentir lo mismo y lo expresa con llanto. Llanto e irritabilidad que suele empezar las primeros días de vida, intensificándose hasta el pico alrededor de las 6 semanas y poco a poco mejorar (hasta alrededor de los 3-4 meses de edad). Es difícil calmarles, difícil dormirles (tienen sueño, están agotados, “pasados de rosca”, pero no pueden dormir), rechazan alimentación, se pelean con el pecho o con el biberón. Aunque puede ser a cualquier hora suelen ser más frecuentes por la tarde y noche (a partir de las 17-18h). Sin causa aparente.

Llega la tarde-noche, sobre las 19:00, las 20:00 o las 21:00 y, de repente, el bebé entra en un estado de ánimo irritable, un llanto desconsolado que, aparentemente no viene a cuento. Mientras tanto tú, desesperado, comienzas a preguntarte qué le puede estar pasando: intentas ponerle al pecho o al biberón y le falta arañarlo, le intentas poner el chupete y mecerlo y lo escupe. Nada, ni una luz, ni una canción relajante, ni un paseo, ni mecerlo… Nada consigue calmar ese llanto desesperado.

Así que tú, que lo único que quieres es una solución, buscas las posibles causas: ¿estará sufriendo un cólico fuerte? ¿Le estará doliendo algo? ¿Tendrá sueño? Pero, ¿te has parado a pensar que lo único que puede pasarle es que está cansado y agotado después de todo el día?

Te vamos a explicar lo que le pasa al bebé pero, para que lo entiendas bien, te pediremos que te pongas en su lugar. Llegas a casa cansado, después de una jornada de trabajo agotadora y, aunque no quieres pagarlo con nadie, basta una sola frase sin mala intención de tu pareja para que explotes: gritas maldiciendo las largas jornadas laborales, lo mala que está la cena y lo mal que lo haces todo. ¿La única razón para ese comportamiento inesperado? El cansancio agotador después de la jornada laboral. Eso es precisamente lo que le ocurre a tu bebé.

¿Qué es la hora bruja?

A este periodo de tiempo inesperado, que no tiene duración media y que suele suceder por la tarde-noche se le conoce como la hora bruja. “Surge como respuesta al sobre cansancio y el estrés, a la sobre estimación y el conocimiento del mundo exterior, que puede ‘estresar’ a los bebés.

El bebé está sufriendo lo mismo que sufres tú tras una jornada agotadora, pero lo expresa con las herramientas que le permite su desarrollo: el grito y el llanto.

Como decimos, es una hora que oscila entre las siete de la tarde y las nueve o las diez de la noche y que no responde a otra cosa que no sea el cansancio y el estrés del bebé durante todo el día. El principal problema es que, además de colmar la paciencia de los padres, la hora bruja puede influir negativamente en la lactancia. Por eso es muy importante intentar prevenirla.

¿Cómo ayudar al bebé a no sufrir la hora bruja?

Aunque si llega lo único que podemos hacer es armarnos de paciencia y entender que el peque no tiene nada en contra de nosotros y tampoco le pasa nada grave, sí que podemos hacer algunas cosas que nos ayuden a evitar que, llegada la tarde-noche, esté un poco más irritable.

Son consejos destinados, sobre todo, a fomentar su tranquilidad y calma durante todo el día, a pesar de sus siestas, para evitar que llegue a la hora de dormir completamente agotado e irritado. “Lo ideal sería intentar propiciar días relajados, poca gente en casa, que el bebé no vaya de brazos en brazos, evitar la excesiva estimulación visual y sonora.

Otros consejos podrían ser:

  • Anticiparse a ese cansancio con actividades relajantes como un baño, mecerlo mientras le cantas una canción, masajes relajantes en el abdomen, poner una luz tenue en la habitación, practicar el piel con piel.
  • Aunque estemos en verano, intentad mantener las rutinas lo más intactas posibles
  • Si ya está sufriendo la hora bruja, puedes probar a ponerle ruido blanco, que suele relajarles mucho
  • Mantener la calma y, sobre todo, no desesperar