bebé arcoirisLos bebés arcoíris son aquellos que llegan después de una pérdida. Es decir un bebé -o bebés- que nacen tras un aborto, un bebé nacido sin vida o la muerte de un bebé al poco tiempo de nacer. Se les llama así, porque después de la triste y tormentosa pérdida de un bebé, llegan para llenar de vida, esperanza y color la vida de los padres.

Es por ello que la llegada a la familia de un bebé arcoíris es un acontecimiento muy especial y muchos padres quieren reflejar esa nueva esperanza en la elección del nombre del bebé.

El nombre de un bebé arcoíris tiene que transmitir toda esa ilusión renovada tras la pérdida anterior, por eso os compartimos los más bonitos nombres de niña y de niño para bebés arcoíris.

  • Alba: de origen latino, significa “Amanecer”, “blanca y refulgente”.
  • Ailana: de origen finlandés, significa “portadora de la luz”.
  • Alisa: de origen hebreo, significa “gran felicidad”.
  • Ava: de origen hebreo es una variante inglesa de Eva y significa “dar la vida”.
  • Beatriz: significa “bendecida”
  • Chiara: variante italiana de Clara, que significa “claridad” y “brillo”.
  • Chloe: de origen griego, significa “hierba” o “brotes verdes”.
  • Eliana: de origen hebreo. Variante femenina del nombre griego Helios, que significa “sol”.
  • Esperanza: de origen latino, significa “esperanza”.
  • Eva: de origen hebreo, significa “la que da vida”
  • Hanae: de origen japonés, significa “florecer”.
  • Harika: de origen turco, significa “un milagro, belleza”.
  • Iris: en la mitología griega, era la diosa del arcoíris.
  • Izel: de origen maya, significa “única”.
  • Lía: nombre de origen hebreo que significa “portadora de buenas noticias”.
  • Lucía: de origen latino “lux”, su significado es “Aquella que lleva la luz” o  “Aquella que nace de la luz”, en referencia a las niñas que nacen en el alba.
  • Milagros: de origen latino, significa “prodigio, cosa maravillosa”.
  • Mirari: equivalente en euskera de Milagros.
  • Nadia/Nadya: de origen ruso, significa “esperanza”.
  • Nohi: de origen hawaiano, significa ‘brillo de los colores del arcoíris’.
  • Nozomi: de origen japonés, significa ‘esperanza’.
  • Olivia: de origen latino, significa “la que trae paz”.
  • Renata: de origen latino, significa “nacida por segunda vez”.
  • Umay: de origen turco, significa “esperanza”.
  • Victoria: de origen latino, significa “vencedora, victoriosa”.
  • Vesa: nombre de origen finlandés, significa “retoño”.
  • Zoe: de origen griego, significa “llena de vida”.

La cuestión del nombre

Hace años, recuerda la experta de Calma, «cuando había mucha más mortalidad infantil, era costumbre que las mujeres se quedaran embarazadas al poco tiempo de fallecer sus hijos. Se las instaba a no hablar de ello, olvidarlo e incluso que si el nuevo hijo coincidía en el sexo, se le pusiera el mismo nombre».

Embarazarse al poco y llamarle igual que el hermano muerto, era muy frecuente en la época de nuestros abuelos y abuelas y, es importante hacérselo entender a las parejas. Es más, es la clave: el nuevo bebé no viene a sustituir al anterior. Es un nuevo bebé, con una nueva vida, y una historia que viene ya marcada por la pérdida en su familia de un bebé anterior. Ponerle el mismo nombre puede ser confuso para todo el mundo, y puede indicar este deseo de sustitución que deberíamos insistir que no puede ser el objetivo del nuevo nacimiento.

Por otro lado, en el aspecto psicológico, y aunque aquí entramos en el ámbito de lo no explícito, la carga emocional que damos a un bebé, poniéndole el nombre de su hermano fallecido se puede entender que no es algo agradable, ni fácil de asimilar, cuando una vez que sea más mayor entienda lo que ha ocurrido.

Dejar pasar un tiempo antes del nuevo embarazo

En la actualidad, y aunque a veces sigue pasando, todo esto ha cambiado mucho. Hoy en día sabemos lo desaconsejable que era esta práctica, tanto para los padres como para el siguiente hermano. De hecho, hay otro aspecto en el que incidir, y es el tiempo que hay que dejar pasar antes del nuevo embarazo. Ahora, se insiste en la necesidad de que estas mujeres esperen al menos seis meses antes de volver a quedarse embarazadas. Con menos de cinco meses entre ambas situaciones se incrementa notablemente el riesgo de hacer un duelo patológico, con el consiguiente aumento de probabilidad de dificultades psicológicas en el embarazo y el posparto.

Elaborar el duelo, necesario

El dolor por la pérdida de un hijo, no puede ni negarse, ni aplazarse, es algo por lo que lamentablemente hay que pasar. El objetivo de que el siguiente embarazo se espacie, es que el nuevo hijo pueda venir lo más libre posible, sin cargas ni expectativas que cumplir por el hecho de venir tras un bebé estrella. Que el nuevo hijo tenga su identidad por sí mismo, no que su existencia solo venga ligada a la muerte de su hermano, y se convierta así en un “hijo de reemplazo o de sustitución”