El tema de la vitamina D es uno de los que se lleva tratando desde hace muchos años porque algunos profesionales insisten en que los bebés necesitan suplemento de vitamina D y otros insisten en que no. De hecho, la mayor polémica venía porque se decía que la leche materna tenía poca vitamina D y por lo tanto los niños amamantados necesitaban suplemento. Como el mayor aporte de vitamina D en los niños procede de la luz solar, somos muchos los que hemos dicho siempre lo mismo: a la leche materna no le falta vitamina D, lo que falta es que los niños salgan más a la calle.
Lo que pasa es que no parece que esto suceda. La leche materna tiene el contenido en vitamina D que debe tener para la vida normal de los humanos, que es vivir en este mundo soleado en que vivimos. Ahora bien, la naturaleza no debía esperar que viviéramos bajo techo, que nos moviéramos en coches con techo, que los niños estudiaran bajo techo y que en las épocas de sol los niños se pusieran crema factor tres mil, evitando la síntesis de vitamina D.
Hemos llegado a un punto en que los niños tiene déficit de vitamina D, y por más que se dice eso de “sácalo a la calle”, “pasea con él”, etc., los datos no mejoran. De hecho, hasta se está viendo que hay déficit de consumo de vitamina D por la alimentación y al final ha pasado lo que suele acabar pasando: como los datos no mejoran, se recomienda dar un suplemento de vitamina D a todos los bebés.
Las causas del déficit son diversas
La fuente principal de vitamina D, como he comentado, es la luz solar. Sólo con la exposición al sol un niño sintetiza el 90% de vitamina D que necesita, recibiendo el 10% restante de la dieta. Hasta nuestra generación, que nos pasábamos el día en la calle, parece que los niveles de vitamina D fueron siempre más o menos correctos. Sin embargo, los niños de ahora tienen déficit por el cambio de estilos de vida (ya no juegan tanto en la calle y muchas actividades las realizan bajo techo), por los cambios migratorios y por las campañas de prevención del cáncer de piel.
En referencia a los cambios migratorios, hemos de hablar del color de la piel. Si os fijáis, los nórdicos, que tienen poco sol, tienen un color de piel blanquísimo. Esto es así para que el poco sol que reciben entre directo por la piel. Si hablamos de países más centrales como Francia y España, vemos que el color de piel es algo más oscuro que los nórdicos, pero seguimos siendo blancos. Tenemos más sol que ellos. Si seguimos bajando, llegamos a zona ecuatorial, donde la gente tiene una piel más oscura aún que nosotros.
Si bajamos aún más, llegamos a la zona de África, donde la gente tiene la piel negra, porque allí hay tanto sol que no tienen problemas de vitamina D, sino problemas de quemaduras por el sol. Al ser negros, están protegidos de esto. Ahora bien, si personas con la piel negra viajan a zonas más nórdicas, tienen muchos números de vivir en déficit de vitamina D. Por más que salgan a la calle, les va a faltar sol. Muchas familias afroamericanas han tenido niños con raquitismo por este motivo. Y como actualmente es relativamente común ver gente con diferente color de piel en todas partes, es cada vez más habitual ver más niños con déficit.
Si a esto le sumamos que a la que llega la primavera y el verano se inician las campañas contra el cáncer de piel y les empezamos a poner crema, el cuadro se agrava. Cuando la crema es superior a un factor 8 llega a inhibir la síntesis de vitamina D por la piel hasta en un 95%. Normal que a los niños les falte.
Cuánto sol o cuánta luz tienen que recibir
Se habla siempre del paseo diario, del sacar a los niños a la calle, de unos 15 minutos de sol directo o de 20-30 minutos de luz del día, sin que sea necesariamente luz directa del sol. Pero claro, esto es muy relativo. ¿Hablamos del sol de Andalucía o del sol de Cantabria? ¿Hablamos del sol de mediodía o del sol de las seis de la tarde? ¿Hablamos de personas con la piel clara o de personas con piel más oscura? ¿Hablamos de verano o de invierno? Al final es todo tan variable, y el resultado tan decepcionante (la mayoría de niños tienen déficit de vitamina D) que se recomienda suplementar a los niños con vitamina D.