La paciencia al igual que muchos buenos hábitos se aprenden, y tu hijo la cultivará gracias a tu ejemplo. Para enseñarlo es necesario comprender que a su corta edad difícil entender ciertos conceptos abstractos como el tiempo.
Los niños muy pequeños viven siempre en el presente, no saben distinguir muy bien entre qué es hoy, qué es mañana o media hora, ellos solo pueden comprender lo que pasa aquí y ahora, nada más.
Por eso es que muchas veces les resulta muy complejo esperar, pues para ellos ese tiempo de espera significa que lo que desean no va ocurrir nunca; por lo tanto esa frase “espera un momento, por favor” para ellos es insuficiente. Y esa falta de compresión o esa impaciencia, los lleva a armar berrinches o exigir tantas veces y tan seguido lo que desean que acaban fácilmente con la paciencia de papá o de mamá.
Cuando esto sucede, paradójicamente, quienes deben armarse de mucha paciencia son papá y mamá. Ustedes deben entender muy bien que los niños aprenden a su ritmo y que en ocasiones es normal que sean impacientes; justamente en esos momentos en los que es fácil perder los estribos es cuando debemos ser muy cuidadosos con nuestras reacciones.
Hay trucos para cultivar la paciencia
No te preocupes, hay muchos trucos para enseñar a nuestros hijos a ser pacientes. Una buena opción es entretenerlos mientras esperan, ya que a todos, no solamente a los niños, se nos hace más corto el tiempo de espera cuando estamos ocupados haciendo algo.
Los adultos nos entretenemos leyendo alguna revista cuando estamos en la sala de espera de alguna consulta, con ellos se pueden aplicar estrategias similares como mirar la ventana para ver qué ocurre en el mundo exterior mientras llega nuestro turno, cantar una canción o pintar algún dibujo; todas esas estrategias pueden hacer que la percepción del tiempo transcurrido sea menor.
Y aunque aún tu bebé no tenga interiorizada la noción del tiempo, puedes enseñarle poco a poco a entenderlo usando objetos como un reloj que puede indicarle de manera visible cuántos minutos han pasado desde que se fijó la meta que debe esperar.
Fijar una rutina también es una buena opción para ayudar a tu hijo a entender el tiempo, pues cuando tienen claro el orden de las cosas que ocurren en su día a día les resulta más fácil manejar ese concepto tan abstracto llamado tiempo.
Los buenos hábitos ayudan a alimentar la paciencia
Aprender cuándo intervenir en una conversación también requiere de paciencia. Esta es una habilidad social que tu hijo puede aprender cuando tiene claras ciertas normas sociales como que es necesario que nuestro interlocutor termine de exponer lo que piensa para poder hacer uso de nuestro turno.
En ese aspecto hay indicativos sencillos como esperar los silencios, y usarlos para poder pensar y estructurar bien lo que vamos a decir, también le podemos explicar que podemos usar el lenguaje no verbal para poder expresar que queremos hablar, eso se logra, por ejemplo, levantando nuestra mano.
Escuchar a tu hijo también es un hábito muy positivo para cultivar su paciencia, sobre todo si sabes que está cansado de esperar. Hay ambientes como la cola del banco o del supermercado en los que es natural que los niños se aburran y se sientan impacientes, y si somos sinceros hasta los adultos nos aburrimos cuando se trata de hacer una larga fila.
Por ello, cuando estés haciendo una cola y notas que tu hijo se ha impacientado, trata de hablar con él, pregúntale cómo se siente: Si está aburrido, si está cansado, si tiene hambre … y trata de explicarle por qué es necesario esperar tu turno y en cuanto eso pase buscarás la manera de aliviar la situación que lo agobia. A veces con simplemente expresar qué le pasa y sentirse tomado en cuenta y escuchado su humor puede cambiar.
Otra buena idea es salir de casa armado de un “kit de paciencia” el cual puede contener algún juguete, un cuento, el cargador del celular por si le agrada hablar por teléfono con sus hermanitos o sus abuelos y por qué no, algún amuleto que te ayude a recordarte a ti misma que para enseñarle a tu hijo a tener paciencia tú debes tener el doble de lo que él requiere.
Tu buen ánimo y tu inventiva para distraerlo y entretenerlo incluso tus ganas de jugar, además de tu astucia para alejarlo de las cosas que lo hacen impacientarse, como una caja de supermercado llena de dulces que desea, te hará ir ganándole tiempo al tiempo en esa tarea que significa educar a tu bebé con amor y dulzura.