Las reuniones familiares, convocadas en fechas especiales o por cumpleaños, bautizo y otras celebraciones suponen ciertos problemas para quienes asisten con su bebé. El más importante es el de las posibles discusiones y conflictos en torno a la crianza del niño. Este artículo ofrece cinco claves para “sobrevivir” a estos encuentros: dejar de lado las prisas, ubicarse en un sitio estratégico, hacer caso omiso de las críticas y comentarios, aprovechar la “ruta de escape” y retirarse a tiempo.
Las reuniones familiares no solo tienen lugar en las fiestas de Navidad. En cualquier otra época del año puede haber cumpleaños, bautizos, aniversarios y otras celebraciones que convocan a la familia y personas cercanas. La asistencia a esta clase de encuentros resulta más agradable y llevadera para unas personas que para otras, pero no hay duda de que acudir con un bebé plantea una serie de dificultades añadidas para las cuales conviene estar preparados.
A continuación se enumeran una serie de claves para que madres y padres logren «sobrevivir» a las reuniones familiares con un niño pequeño.
#1 Deja de lado las prisas
El primer consejo es para antes de la reunión. Dado que criar un bebé es un trabajo a tiempo completo, cuantas menos presiones o cargas extras se añadan los padres a sí mismos, mucho mejor. Las prisas no tienen por qué estar entre ellas. Incluso aunque la preparación comience desde bien pronto para poder salir de casa a tiempo, nunca se sabe si el pequeño pedirá el pecho o será necesario cambiar el pañal justo en el último momento.
En estos casos, conviene tener paciencia y asumir que la puntualidad ha de quedar en un segundo plano. En estas ocasiones lo urgente pasa por delante de lo necesario. Los demás entenderán y sabrán esperar.
#2 Ubícate en un sitio estratégico
Al llegar a la reunión, una de las claves pasará por sentarse en un sitio estratégico. ¿Qué requisitos debe reunir esta ubicación? En primer lugar, debe permitir a los padres mantenerse cerca de su hijo. En segundo término, es importante que puedan salir de allí con facilidad para ir a la cocina, al baño o a cualquier otra parte de la casa adonde fuera preciso desplazarse debido a alguna necesidad del niño. Y, por último, también conviene tratar -en la medida de lo posible- de rodearse de personas con las que se tenga mucha relación, un vínculo fuerte.
#3 Haz caso omiso de “críticas constructivas” y otros comentarios
Esta es la cuestión que más preocupa y que, a menudo, peores momentos hace pasar a muchos padres y madres: las críticas, opiniones y comentarios de parte de otras personas hacia el modo de criar al bebé. Comentarios como «¿todavía le das la teta?, consejos como «no le cojas tanto en brazos que se malacostumbra» o enseñanzas del tipo «es mucho mejor si le dejas que llore», aunque sean dichos sin mala intención, pueden resultar bastante molestos.
Ante esta situación, se recomiendan dos cosas. La primera es hacer caso omiso de todos estos comentarios: desoírlos. La segunda, responder con cortesía pero con asertividad, y que el mensaje siempre vaya en esta línea: «Gracias por tu consejo, pero nosotros preferimos hacerlo así». Además, de esta manera se puede impidir que se escuchen frases similares.
#4 Aprovecha la “ruta de escape”
En ocasiones, los consejos anteriores no dan resultado. Pese a que están convencidos de estar haciendo lo correcto y con sus respuestas procuran dejarlo claro, a veces la madre o el padre pierden la paciencia y se enfadan y, entonces, la charla se encamina hacia una desagradable discusión. En ese caso, se debe hacer todo lo posible por evitar lo que será un mal momento para los adultos y también para el niño. Aprovechar la «ruta de escape» que ha quedado disponible, gracias a haberse situado en un sitio estratégico, es una opción estupenda: unos minutos en otro lugar de la casa permite tomar un respiro, centrarse de nuevo y ver las cosas con mayor claridad.
#5 Ve a casa a tiempo
Saber retirarse a tiempo es un consejo aplicable a muchas situaciones y contextos distintos. En el caso de una familia que acude con su hijo a una reunión familiar, puede ser fundamental. Si en general en cualquier adulto el cansancio puede generar irritación, malhumor, discusiones e incluso accidentes, la presencia de un niño pequeño incrementa todos estos riesgos.
Esto se debe a la posibilidad de que los padres hayan llegado a la celebración cansados y con pocas horas de sueño, por un lado, y a que, con el transcurrir de las horas, el bebé pueda necesitar algo que los adultos no hayan llevado consigo o a que simplemente se sienta extraño y desee estar en su casa.
Por todo esto, así como es importante contar con una «ruta de escape» para cualquier momento de la reunión, también es vital que quienes vayan con un niño pequeño adviertan el momento oportuno de marcharse, incluso aunque lo estén pasando muy bien.