Como madres, especialmente cuando somos primerizas y queremos hacer lo mejor para el bebé, simplemente debemos dejarnos llevar por el instinto. Lo digo como alguien que se inició en la maternidad habiendo leído mucho al respecto, pero a quien el tiempo le ha enseñado precisamente eso.
En ese sentido, poco se habla de la importancia del tacto en el vínculo entre madres, padres y bebés: este es su sentido más importante (al menos cuando es un recién nacido) porque es el primero que les permite descubrir el mundo al que han llegado. Sentir la piel de su madre cerca no es un capricho, sino una necesidad básica del bebé.
Si hablamos de prematuros, los beneficios son incalculables: ellos necesitan que les toquen para un mejor desarrollo cerebral y para mitigar todos los estímulos negativos que su condición les haya hecho experimentar (los exámenes de rutina o cualquier otro procedimiento médico, por ejemplo). Por ese motivo el método canguro se ha constituido en una revolución de la terapia que se ofrece a los bebés que han nacido antes de tiempo, ya que se ha demostrado que de esta forma cogen peso de una forma más rápida y consiguen adaptarse al medio de una forma más rápida.
El tacto es el sentido más importante para un recién nacido
El sentido del tacto es fundamental para el desarrollo tanto físico como emocional de un bebé. Al nacer, ya tienen todos sus receptores táctiles en marcha porque ya desde el útero pueden percibir la sensación de calor del líquido amniótico, pueden tocarse a sí mismos, al cordón umbilical y las paredes uterinas, así que es el sentido que ya tienen “entrenado” desde el vientre materno.
Es el sentido del tacto (junto con el olfato), el que indica al bebé donde está el pezón que le provee de alimento, el que le indica que está mojado o que tiene mucho calor. No hay nada que le relaje más que sentir la piel y el calor de su madre o de su padre… de ahí que el piel con piel sea una práctica tan importante tras el nacimiento: es el encuentro más natural y el que más favorece el vínculo después de una experiencia tan dura -para la madre y para el bebé- como lo es el parto.
También lo es porque, de una forma muy compleja, es la manera en la que nos reconocemos madre e hijo. Nuestra respiración, sentir el movimiento de nuestro cuerpo y las sensaciones que este le producen en el suyo, es la primera forma de percibirse a sí mismo y de descubrir el entorno al que ha llegado. Si a nosotros nos gusta sentirnos protegidos al abrigo de nuestra casa, sucede lo mismo con un bebé, ya que eso hemos sido para ellos durante los 9 meses de la gestación.
Como estimular el sentido del tacto en un bebé
Acaricia tu barriga cuando estés embarazada
Tocar tu barriga realizando movimientos, suaves presiones, masajes y caminando con los dedos mientras realizas respiraciones profundas te ayudará a establecer un vínculo con tu bebé antes de nacer, ya que él puede sentir esos estímulos estando en tu vientre. Es lo que se conoce como haptonomía, una práctica que realizan algunas embarazadas durante cinco o diez minutos cada día (aunque muchas de nosotras seguro que lo hemos hecho durante mucho más tiempo a lo largo de la jornada).
Haz “piel con piel” desde que nace y todo el tiempo que puedas
Que un bebé y su madre hagan “piel con piel” es la mejor manera de empezar la aventura de la vida. Entre los muchos beneficios que trae para el recién nacido se encuentran el mejorar sus constantes vitales, regular su temperatura corporal, ayudarles a adaptarse al medio tras salir del útero materno, calmarles, mejorar la tolerancia al dolor y por supuesto, favorecer la lactancia materna.
Tómalo en brazos cada vez que quieras
Los brazos son el sitio favorito de los bebés porque es donde más seguros se sienten. Cada vez que alguien dice que no debemos cogerlos porque se “malacostrumbran” siento pena porque es una creencia que ha estado muy arraigada en nuestra sociedad durante muchos años y ha hecho que muchos niños (y padres) se hayan perdido de uno de los mejores estímulos que podemos recibir cuando somos pequeños.