Aunque la mortadela está considerada un embutido y estos suelen estar prohibidos durante el embarazo, tenemos que decir, que en su caso concreto se trata de un embutido cocido y por lo tanto no hay problema alguno en el caso de comerla si estás embarazada.

De hecho, durante el embarazo también el jamón cocido es apto para comerlo sin problema. El porqué, se debe a que tanto la mortadela como el jamón cocido tienen procesos de elaboración a altas temperaturas, que pueden derrotar a las bacterias y los protozoos, incluido el toxoplasma, que se inactiva a más de 60 grados. Así que si sientes antojos recurrentes de comer este embutido, no existe ningún riesgo para hacerlo.

Valor nutricional de la mortadela

La mortadela, del mismo modo que muchos otros embutidos, se caracteriza por concentrar proteínas de alto valor biológico. Estos nutrientes han demostrado resultar determinantes en la prevención de patologías metabólicas, como la sarcopenia. Asimismo, habrá que asegurar la práctica de ejercicio físico de manera regular para evitar que la musculatura se atrofie con el paso del tiempo.

Sin embargo, no todo son buenas noticias. La mortadela presenta una serie de aditivos de baja calidad, conocidos como nitritos. Estos compuestos se añaden con el objetivo de incrementar la vida útil del producto. No solo se encuentran en la mortadela como tal, sino en la mayoría de las carnes procesadas. Este es uno de los motivos principales para desaconsejar su consumo regular.

De acuerdo con una investigación publicada en la revista Antioxidants, el consumo de nitritos incrementa el estrés oxidativo en el medio interno. De hecho, existen indicios de que, conforme la presencia de esta clase de aditivos en la pauta regular, provoca un incremento en el riesgo de desarrollar patologías crónicas y complejas.

Comerla en exceso también puede tener riesgos para tu salud

Seguro que ya has escuchado que durante el embarazo no se pueden consumir embutidos. Estos pueden presentar en su interior el parásito que causa la toxoplasmosis, lo que resultaría especialmente perjudicial para el feto. Sin embargo, cuando hablamos de mortadela nos referimos a un tipo de carne procesada cocinada, por lo que se puede hacer una excepción.

El proceso térmico que supera este comestible elimina los microorganismos patógenos que pueden habitar en su interior, por lo que supone una estrategia eficiente en cuanto a la higiene alimentaria.

Ahora bien, es necesario destacar que los embutidos pueden contener también otros gérmenes patógenos, como la ListeriaPor este motivo, siempre es positivo evitar su inclusión en la dieta en la etapa gestacional.

Los embutidos y su relación con la salud

A pesar de que se pueda comer mortadela durante el embarazo, así como otros embutidos que hayan superado algún proceso térmico, lo cierto es que son productos que no se deben incluir en la alimentación de manera frecuente. Como mencionamos, en su mayoría concentran aditivos de dudosa calidad. Por ejemplo, comer carne fresca es una mejor opción.

Bien es cierto que se puede hacer alguna excepción. Por ejemplo, el jamón serrano de buena calidad puede no estar alterado con conservantes y destacar por su alto contenido en proteínas. No obstante, no se debe consumir en el embarazo en crudo por los riesgos antes mencionados.

¿Evitar comer mortadela en el embarazo?

Según has podido comprobar, este alimento cuenta con bajo riesgo desde el punto de vista microbiológico, pero concentra en su interior una serie de aditivos alimentarios de dudosa salubridad. Por este motivo, lo mejor es restringir su aparición en la pauta.

A la hora de plantear la dieta para una mujer embarazada, lo mejor es priorizar siempre los alimentos frescos con elevada densidad nutricional. Estos consiguen reducir el riesgo de desarrollar un déficit de nutrientes, lo que resultaría nefasto tanto para la madre como para el feto. Ante cualquier duda, siempre se puede consultar con un especialista en nutrición.