Definitivamente tener un hijo es la emoción más grande que podemos sentir como mujeres, muchas sabemos que es algo que no podemos describir con solo palabras, pero, tener una bebé niña, es para muchas algo fenomenal. Tanto los niños como las niñas tienen sus rasgos personales y característicos que pueden llegar a distinguirlos, del mismo modo que pueden marcar nuestra maternidad. Sin embargo, el hecho de tener una niña entraña ciertas simpáticas verdades muy particulares que toda madre experimenta alguna vez.
Si tienes una pequeña en casa, probablemente te hayas visto o te vayas a ver alguna vez envuelta en las siguientes circunstancias que mencionamos a continuación. Tal vez se te escape una mueca al pensar en todas la anécdotas que suceden a diario cuando tenemos hijas.
Un transmisor pegado a tu oído todo el día
¿Acaso no tienes zumbando en tu oído mañana, tarde y noche esa dulce voz de monologuista profesional en miniatura? Tener hijas es disfrutar de interminables charlas y encontrar siempre un tema nuevo de conversación. Las madres adoran escuchar a sus hijas, ver cómo se expresan y les cuentan sus problemas y alegrías, y ello, aunque no te des cuenta, tiene un valor a nivel emocional, afectivo y comunicacional muy importante para el desarrollo de tu hija.
El desafío de convertirse a la fuerza en estilista personal
Asúmelo y acéptalo: su pelo es un conflicto que se extenderá de por vida. De pequeña, intentabas que no se quitase la coleta o se dejara la diadema puesta hasta llegar a casa. Con el paso del tiempo, aparecen las lágrimas cuando el cabello se enreda. Ni que hablar de los chicles pegados en el pelo largo. ¿Recogido o suelto?, ¿corto o largo? La pelea eterna de la infancia entre madres e hijas.
La ropa, una lucha en muchos sentidos
Como madres, no podemos evitar sucumbir ante el encanto de la ropa de las niñas. Compramos infinidad de prendas que usarán muy pocas veces e incluso ni siquiera llegarán a estrenar. ¿Quién puede resistirse a ese chaleco en miniatura o a ese vestido de flores? Sin embargo, muy pronto las niñas empiezan a buscar independencia a nivel estético. La ropa se convierte en parte de su estilo personal. Aprovecha mientras aún es bebé y puedes elegir todo, probablemente después tus gustos y los de ella no sean los mismos.
La ruptura del imaginario colectivo
Tener hijas es destapar muchas veces el burdo mito de la niña calmada, callada y serena. ¿Quién dijo que las niñas no pueden ser intrépidas, valientes, rápidas, fuertes, atrevidas y activas? Basta con visitar una casa en la que haya una niña para que se demuestre lo contrario.
Una relación amor odio
Su vínculo contigo probablemente sea pendulante. El mágico lazo que os une suele moverse constantemente de manera ambivalente. Aunque a ti ni siquiera se te pasen estas palabras por la cabeza, puede que algún día tu hija te diga ese doloroso “te odio“.
No te preocupes, afortunadamente no será para siempre. Es solo parte del enfado, las niñas también saben demostrar de manera dura cuándo algo les molesta. Sin embargo, está claro que se trata de un momento de enfado. Al final siempre terminará ganando el afecto y el cariño que se tienen mutuamente.
Tener una niña, ¡un regalo y un verdadero encanto!
Tener hijas es primero un milagro y después una bendición. Una suerte que implica una experiencia única. La oportunidad de vernos a nosotros mismos de nuevo realizando juegos, cantando canciones y recuperando la ropa de nuestra infancia. Tener una hija es volver a disfrutar de todo aquello que dejamos aparcado en el pasado.
La maternidad se tiñe de dulzura y ternura. Se madre es entender lo que es derretirse de amor ante tal cariño. Sentirse modelo y ejemplo de alguien que sigue tus pasos. Aprender lo que es la confidencialidad y la complicidad, a fuerza de compartir y guardar secretos. Es estar con alguien siempre, para las buenas y también para las malas. Tender tu mano cuando la necesite y también cuando crea que puede sola.
Entender más que nadie sus lágrimas y desilusiones y tener el plus de saber exactamente qué decir o hacer para sanar esas heridas. Es reír a carcajadas en determinadas situaciones y, especialmente, alegrarse ante cada paso importante. Tener una hija es encontrar de nuevo tu media naranja y saber que es para siempre.