Los disfraces pueden ser una herramienta muy valiosa para el desarrollo y crecimiento de los niños. Desde temprana edad, los disfraces les permiten experimentar con diferentes personalidades y roles, y les brindan la oportunidad de aprender sobre el mundo que les rodea. Además, los disfraces pueden fomentar la imaginación y la creatividad, y aumentar la autoestima y la confianza en sí mismos..
La memoria y la concentración de los niños pueden ser estimuladas por el uso de disfraces, ya que les obligan a concentrarse y recordar detalles sobre el personaje que están interpretando. Además, al imitar a los personajes, los niños pueden aprender sobre diferentes épocas y culturas, y desarrollar habilidades sociales y emocionales al interactuar con otros niños y adultos.
Disfraces: fomentan creatividad e imaginación en los pequeños
Los disfraces brindan a los niños la oportunidad de explorar su creatividad y su imaginación al crear su propia versión de un personaje o de una historia. Además, al experimentar con diferentes disfraces y personajes, los niños pueden descubrir nuevos intereses y aptitudes, y desarrollar habilidades artísticas y de interpretación.
Llevar puesto un disfraz aumentaría la confianza en lo pequeños
La autoestima y la confianza de los niños en sí mismos también pueden ser estimuladas con una herramienta tan poderosa y simple como un simple disfraz. Al interpretar a un personaje, los niños pueden sentirse más seguros y poderosos, y aprender sobre su propia identidad y su papel en el mundo. Además, al recibir elogios y aplausos por su interpretación, los niños pueden sentirse valorados y apreciados, lo que contribuirá a su desarrollo positivo.
Ahora que llega el Halloween es el momento perfecto para ponernos manos a la obra y ayudar a nuestros hijos a adoptar otra personalidad y beneficiarse de todo lo que eso conlleva.
Me gusta imitar
Disfrazarse es una cuestión de imitación, el niño pequeño se limita a observar constantemente todo lo que ocurre a su alrededor y sobre todo a imitar los comportamientos de los adultos, de algunos personajes que ve en la tele… y se queda con aquello que le gusta o le llama más la atención. Según va creciendo sigue imitando y modificando su comportamiento conforme le van atrayendo más o menos las conductas de los mayores.
Precisamente en este mundo de la imitación, los padres son uno de sus “personajes” favoritos. Para ellos constituyen un modelo importante, por lo que un buen disfraz puede ser simplemente vuestra ropa y zapatos. Si los observas te darás cuenta cómo les encanta hacer de papá y mamá.
Soy quien quiero ser
Ya está claro que a los niños les gusta meterse en el papel de otra persona, pero es que, además, esto supone asumir otro rol y ver el mundo desde otra perspectiva diferente a la suya. Disfrazándose, los niños se sienten protegidos y pueden ser más valientes actuando como superhéroes, por ejemplo. Se meten en la piel de su personaje de ficción favorito, se comportan como ellos se imaginan que es, como han visto por la televisión o han leído en un cuento; por ejemplo, salvando animales, defendiendo a los buenos…
En este momento están dando rienda suelta a toda su imaginación, lo que es algo muy positivo. De hecho, hasta los seis años, los niños están en una edad mágica en la que no está claramente diferenciado el mundo real del imaginario. Esta fantasía es muy saludable para ellos, pero siempre y cuando no vivan de forma constante en este mundo imaginario.
¿Y si no le gusta disfrazarse?
Hay niños a los que no les gusta disfrazarse o a los que ciertos disfraces les dan miedo, como los de la época de Halloween. Por eso no tienes que obligarles a disfrazarse. En estos casos se aconseja que:
- Dejemos al niño elegir el disfraz.
- Se lo pongamos unos días antes para que se vaya familiarizando con él.
- No le pongamos caretas o cualquier otra cosa que le cubra la cara. Es preferible pintarle.
- Si hay un disfraz al que el niño le tiene un temor especial, los padres podrán disfrazarse de ese personaje para que él vaya viendo poco a poco la transformación. Si aun así le sigue asustando, intentar tranquilizarle y quitarle el disfraz, dejando el tema ahí.